El viaje de 12.500 km de la Combi Mundialera
- andrepmt
- 12 ago 2014
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Martes 1 de julio. El árbitro Jonas Eriksson manda al tiempo de alargue a los argentinos y suecos por el paso a los cuartos de final de la Copa del Mundo Brasil 2014. En Mendoza el termómetro apenas marca 10 grados y mientras los trasandinos se toman la cabeza desesperados por miedo a quedarse fuera de la copa, un puñado de chilenos se toman la cabeza desesperados porque el paso Los Libertadores está cerrado. Chile ya quedó eliminado y hay que volver a la realidad. La escena empeora cuando Di María anota a dos minutos del final y estallan las celebraciones mientras los que visten de rojo siguen con sus caras largas.
La Marea Roja viene triste. “Se pudo llegar más lejos”, dicen. Pero ahora rabia se enfoca en las agencias de buses que no dan respuestas.
-¿Se quedaron tirados cabros? -me pregunta Christian. A su lado, su amiga Pepa nos saluda. Ambos son ingenieros, vienen recorriendo en una combi verde que se transformó en su casa y transporte durante un mes. En los 12 mil 500 kilómetros recorridos, su furgoneta Volkswagen también fue el refugio de otros compatriotas que se quedaron tirados, y ahora nos hacen la oferta que a más de alguno hicieron en los días previos: “si quieren se van con nosotros”. Rápidamente aceptamos.
El plan es simple. Viene un nuevo frente de mal tiempo y la única opción de cruzar la frontera es esperar arriba, en la cordillera, lo más cerca posible. Suponemos que puedan habilitar el paso aunque sea unos minutos, así que partimos de madrugada y con menos 2 grados. Obviamente para los que venían del clima tropical del Amazona, la sensación térmica es considerablemente peor.

Un dato no menor que quizás sea bueno mencionar, es que estos tipos de vehículos no poseen calefacción, así que si en el exterior existen las condiciones necesarias para que la nieve reine, en el interior la suerte no es diferente. Sería la primera vez que este refrigerador con ruedas cruzaba por dicho paso cordillerano, de ida al mundial habían salido por Jama en el norte de Chile, junto al resto de los futboleros nacionales.
-Ahí te empezabai a conocer con la gente en la carretera. Como el camino es complejo, a 4.600 metros, con un vehículo que tiene un motor chiquitito, que no es aerodinámico y que es mucho más antiguo que todos los demás que iban, empezaron a esperarnos y nos gritaban: “¡Vamos que se puede!” Y aunque no me creas, vimos cómo se devolvían 4x4 del año que ya no daban más, pero nosotros seguíamos avanzando como si fuéramos a la velocidad del sonido, pero íbamos a 10 kilómetros subiendo por la carretera –me cuenta riendo. La conversación nos sirve para pasar el frío mientras miro el paisaje por la ventana derecha.
-El secreto es darle, darle, darle, porque si parai el motor no te sigue, así que con un amigo nos turnábamos y mientras uno dormía el otro manejaba. Así fueron seis días de ida y cinco de vuelta, sin contar el mes allá en Brasil –agrega.
Considerando repuestos y combustible, sus cálculos arrojan apenas unos 800 mil pesos en total de gasto. Lo que para una travesía de este tipo resulta menos que baratísimo.
Trayecto
La salida fue de Santiago a Copiapó; ya en San Pedro se unieron a la caravana de chilenos; luego llevaron a personas que sufrieron un accidente saliendo de Chile, a Salta; después tomaron una pareja en Posadas –localidad también argentina-; continuaron hacia Dorados y Cuiabá de Brasil, donde la Selección Chilena jugó contra Australia, y donde la Pepa se les sumó; siguieron por Araraquara, en un trayecto de 36 horas hasta Río de Janeiro donde rompieron la palanca de cambio del vehículo cuando estaban estacionando en Copacabana, pero, para su suerte, justo el tipo que les ayudaba a estacionar era un mecánico especialista en combis que se la dejó como nueva por 280 reales –unas 50 lucas- y vieron a la Roja eliminar a España en el Maracaná; partieron a Sao Paulo donde sufrieron por el tráfico lunático de la metrópolis y por un Arjen Robben inspirado que nadie pudo parar; subieron por el mapa hasta Belo Horizonte, lugar en el casi son felices viendo a los brasileños arrodillados rezando para no quedar eliminados, después de que Pinilla la estrellara en el horizontal, pero lamentablemente minutos más tarde Gonzalo Jara mataría toda esperanza haciendo que terminaran soportando las burlas verdeamerelas; comenzaron el retorno por Chapeco y Paraná, atravesando el peor frente lluvioso en 30 años de Paraguay, Uruguay y Argentina, y casi ven la muerte cuando se les partió la carretera producto de las inundaciones; y, finalmente, llegaron a Mendoza donde el amigo Christian no soportó más el cansancio, tomando un avión de regreso a Chile y dejando de paso espacio suficiente para que el par de ingenieros nos invitaran a mí y a mi amigo a cruzar Los Andes.
-Hubo varios días en los que te quedabas incomunicado. Una vez entró una persona donde estábamos comiendo y gritó “¿de qué es la combi verde?”, nosotros pensábamos que había pasado algo malo, levantamos la mano, y nos dijo que mi papá los había encontrado en una carretera de Chile y les pidió que si veían una combi así, le dieran saludos al conductor porque era su hijo. Así de místico fue esto. Todos nos esperaban porque éramos los últimos que llegábamos… Pero llegábamos.
Afuera del transporte el paisaje es blanco y los camiones y autos están apilados esperando que la frontera se abra. Los cuatro esperábamos temblando con las manos en los bolsillos cuando de a poco escuchamos las bocinas y vemos a todos los choferes volver corriendo a sus vehículos. Es un hecho, la Volkswagen inicia su último round y tenemos el privilegio de ir arriba de un ícono de la hinchada mundialera, muriéndonos con -10º, pero alegres de ya poder volver a tierras nacionales.
En el control nos revisan el equipaje y un funcionario argentino os amenaza con quitarnos la furgoneta porque falta un papel: “te tengo que secuestrar el carro”, dice. Pero le explicamos que el auto es chileno y que el papel que nos falta es porque uno de los dueños se ha devuelto en avión. Nos cree y firmamos todos los papeles y declaraciones requeridas.
Volvemos al vehículo, donde personal del Servicio Agrícola Ganadero está tomándose fotos al lado de ella, la bella. Verde y blanca brillaba entre tanta persona que la miraba sorprendida de que siguiera en pie a esa altura.
Sobre el cómo soportó un viaje que otros autos del año no pudieron realizar, no se sabe mucho. Christian me dice que quiere escribir un libro-bitácora del viaje. También asegura que la preparará para la Copa América que se jugará en un año más en Chile, y que por ningún motivo se vende.
-Es mía –dice firme-. Yo la amo y nunca voy a dejar mi Combi Mundialera.
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